No se habla mucho de ellos, son como fantasmas, incluso dentro de los foros de salud mental. Los pensamientos intrusivos son algo que da bastante miedo y está muy estigmatizado. A menudo son el síntoma que nos avisa de la depresión postparto.
Los pensamientos intrusivos suelen hacer que las madres recientes piensen cosas terribles de sí mismas, que no son aptas para cuidar de sus hijos o incluso que suponen un peligro para el bebé.
Muchas madres experimentan este tipo de pensamientos pero no todas los reconocen como algo intrusivo o involuntario.
En realidad los puede experimentar cualquier persona en cualquier época vital pero voy a centrarme en el periodo postparto.
Si no lo cuentas no ha pasado.
Se trata de algo de lo que no se habla. Como pasa con muchos trastornos mentales como la ansiedad o la depresión hay cierta parte estigmatizante en la que las cosas que tienen que ver con la mente, se ocultan.
Nadie quiere «estar mal de la cabeza» y los pensamientos son algo privado. Si no hablas de ellos puedes hacer como que nunca han ocurrido.
¿Quién no ha pensado algo hiriente sobre otra persona? ¿O lo ha puesto a caer de un burro mientras mantenía una sonrisa en la cara? ¿A lo mejor nunca has mandado a alguien a la mierda en tu cabeza?
Son cosas que todos hemos hecho en nuestra mente, de forma invisible, oculta. Habrá quien lo haga más a menudo y quien lo haga menos. Quien lo haga con todo el mundo, incluso con aquellos a los que hace como que le importan, otros se limitarán al jefe o la familia lejana.
Nadie juzga esos pensamientos. Todos sabemos que están ahí pero no se airean. Y todo lo que no se airea ni se dice en voz alta es como si no existiera.
¿Y si no es algo voluntario?
Estamos acostumbrados a que los pensamientos sean algo voluntario, un reflejo de cómo somos, nuestra personalidad o nuestros deseos. Es precisamente por esto por lo que los pensamientos intrusivos nos hacen más daño. Los confundimos con los pensamientos que solemos tener y al tratar de encajarlos nos dan miedo las implicaciones que eso pueda tener.
Pero es que hay algo muy importante: los pensamientos intrusivos, por definición son ideas o imágenes que llegan a tu mente de forma involuntaria.
Estos pensamientos pueden no tener nada que ver con tu forma de ser normalmente, con tus valores o tus creencias y suponer una enorme conmoción. Son exactamente iguales a cualquier otra idea o imagen que puedas tener en mente salvo por el hecho de que no las has creado ni los recibes con gusto.
Suelen ser una señal de que algo no va bien, un síntoma de un posible trastorno mental, de que tu mente te la está jugando.
Cosas que NO son pensamientos intrusivos…
Una vez aclarado el concepto y diferenciados de los pensamientos estándar hay una serie de cosas a tener en cuenta:
- No se trata de alucinaciones.
- No son voces que suenan en tu cabeza.
- Tampoco son indicadores de una psicosis postparto.
- No se trata de ideas o imágenes que provienen del subconsciente.
- No forman parte de la cadena normal de tus pensamientos.
En cualquier caso, si estás experimentando pensamientos intrusivos o algo que te parece similar pero no tienes la seguridad de que lo sean: habla con un profesional de la salud mental. Yo desde este post no puedo decirte qué te pasa, si eso son pensamientos intrusivos o algo más grave.
Tipos de pensamientos intrusivos:
No es que haya una tipología como tal pero voy a tratar de enumerar los pensamientos más «típicos» que pueden pasar por la mente de una madre reciente.
Aviso importante: a continuación pueden aparecer situaciones desagradables, relacionadas con niños. Pueden herir la sensibilidad.
Hacer algo malo al bebé.
Estos pueden ser pensamientos del estilo a: «y si dejo caer al bebé por las escaleras» o «y si mientras lo baño lo ahogo». Pueden ser simplemente ideas o que la imagen se te venga a la cabeza. A mí personalmente me ocurría que pensaba que podría tirar a mi bebé por la ventana. Esto hacía que aunque fuera verano no me acercara a ellas nunca con el peque en brazos o que bajara la persiana para que hubiera una barrera que impidiera que el hecho ocurriera. No es que quisiera hacerlo, es que la idea de ser capaz de ello estaba en mi cabeza y me veía mentalmente hacerlo.
Hacerte daño a ti misma.
Muchas madres pueden llegar a tener incluso pensamientos suicidas incluso cuando no tienen en realidad ningún deseo de suicidarse. La depresión postparto puede hacer también que la mamá tenga ideas recurrentes de huir, saltar ante un coche en marcha o irse a la cama para no despertar jamás. Este tipo de pensamientos hace que la madre se auto cuestiona a sí misma y se replantee sus capacidades como madre y si sus hijos estarían mejor sin ella.
Personalmente para mí estos fueron los pensamientos que más daño me hicieron. Realmente durante muchos meses pensé que era mejor que a Loki lo cuidaran otras personas. En mi caso estas ideas anidaron en mi mente y terminaron en varios intentos de suicidio que me llevaron a los ingresos psiquiátricos. Hay que tener en cuenta que además de la depresión postparto yo tenía también el trastorno límite de personalidad que agravaba la situación.
Hacer daño a otros: pareja, familia, amigos…
Cuando tienes un bebé es normal tardar un tiempo en adaptarse a la nueva situación, hay que crear rutinas e introducir actividades que antes no se hacían. Es posible que esto lleve a discusiones con la pareja o familiares/amigos que quieran ayudar en la crianza. Esto puede desencadenar en pensamientos en los que se hace daño físico a estas personas. En ocasiones la depresión postparto puede provocar ataques de ira que se redireccionan contra estos seres queridos. Puede que estas mamás experimenten ideas como ahogar con la almohada a la pareja o pasarle con el coche por encima.
Personalmente no experimenté este tipo de pensamientos intrusivos. En realidad creo que bastante tenía con los demás.
Pensamientos inapropiados o violentos.
Puede haber pensamientos que no tengan que ver con alguien concreto simplemente realizar actos violentos que normalmente no se te pasarían por la cabeza como romper cosas o prenderles fuego.
En realidad, cualquier pensamiento que llega a tu mente y te de miedo o lo sientas como antinatural puede considerarse como un pensamiento intrusivo.
¿Cuál es el peligro de los pensamientos intrusivos?
Los pensamientos y las imágenes que se meten en la cabeza no son malos o peligrosos por sí mismos. El problema real viene dado por sus consecuencias. Algunos efectos secundarios pueden suponer:
Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC): una mamá puede llegar a desarrollar TOC postparto y obsesionarse con ciertas ideas. Si una de éstas imágenes es que su bebé puede morir mientras duerme ella puede dejar de dormir para comprobar que el bebé sigue vivo. Esta falta de sueño puede empeorar la propia depresión postparto o generar problemas aún mayores.
Estrés y ansiedad: creo que esto no necesita ni explicación, obviamente este tipo de ideas intrusivas avivan los síntomas de la depresión postparto. Pueden llegar a causar ataques de pánico e incluso generar otros síntomas físicos (dolor de cabeza, problemas gastrointestinales…)
Tomar acción en base a los pensamientos intrusivos: Es extremadamente raro que una madre llegue a este extremo, pero el peligro de que esto ocurra existe. Si una mamá comienza a desdibujar los límites entre los pensamientos y la realidad es una señal de psicosis postparto. Si sientes que no lo tienes claro o que necesitas realizar alguna acción para calmar los pensamientos lo mejor es que acudas a un profesional de la salud para que evalúe tu caso.
La verdad de los pensamientos intrusivos
No son reales.
Se originan en los sentimientos de no ser suficiente y el agobio que supone la nueva maternidad. Son un producto de la imaginación y un síntoma de la carga mental que supone este gran cambio vital.
Para eliminarlos y que no tomen el control de tu vida lo más importante es ser consciente de que vienen de algo externo. No son un reflejo de tí ni algo que desees.
Estos pensamientos pueden resultar muy estigmatizantes. En el caso de que la madre los ponga sobre la mesa y hable de ellos se ve expuesta a la crítica externa. En muchos casos la sociedad no es consciente de la existencia de estos pensamientos intrusivos y puede tachar a la madre de loca o peligrosa.
Si una mamá se acerca a tí y te cuenta que está teniendo este tipo de pensamientos ayúdala a ver que no se tratan de algo voluntario, que no se culpe por ellos. Ofrece tu capacidad de escucha y tu apoyo. Y si crees que lo necesita anímala a que busque ayuda profesional.
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