Cuando me dieron el diagnóstico de Trastorno Límite de la Personalidad supuso sobre todo un alivio. De repente muchas cosas tenían explicación y había un razonamiento detrás de comportamientos que ni siquiera yo misma entendía o podía explicar. Una de las piedras angulares del trastorno es un miedo patológico al abandono.
La otra parte de recibir la etiqueta, mucho más amarga, fue la de temer por si Loki podría heredar de mi el trastorno. El TLP no es hereditario en el sentido de que por padecerlo yo Loki lo vaya a desarrollar pero si tiene más probabilidades que alguien que no tenga un familiar directo afectado. Por lo que he leído cobra más importancia el ambiente, sobre todo el estilo de crianza de los padres.
El miedo al abandono en la infancia no es patológico.
Los peques según crecen y se van desarrollando a nivel físico y mental son más sensibles a diferentes estímulos o ideas. He encontrado un artículo muy interesante en la web de Guía Infantil llamado «A qué tienen miedo los niños según su edad» que es super interesante porque va desglosando y explicando los diferentes miedos según las edades y además tiene un par de vídeos muy interesantes. En esta tabla lo resume genial:
Como podéis ver el abandono es un tema recurrente que abarca desde el primer año hasta los 8. Tiene sentido que empiece a una edad tan temprana teniendo en cuenta que es más o menos cuando empiezan a ir a la guarde para que la figura de apego primaria (que suele ser la mamá) pueda reincorporarse al mundo laboral. Si las estrellas se han alineado para que el peque pueda estar en casa con sus figuras de apego (mamá, papá, abuelos…) hasta los 3 años entonces se enfrentará a su incorporación en educación infantil.
Por esto en primero de infantil (3 años) suele haber el conocido periodo de adaptación para que los peques no se vean en esa tesitura de la noche a la mañana si no que vayan poco a poco entendiendo el funcionamiento. No voy a entrar en este tema porque la forma de hacerlo y cómo impacta en los padres que tienen que pedir casi la semana de vacaciones para poder hacerlo o se ven obligados a delegar en abuelos porque no se lo pueden permitir es un melón gigante del que si eso hablaré en otra ocasión.
La cuestión es que:
Es normal que tu hijo tenga miedo a que lo abandones. Forma parte de su desarrollo evolutivo.
Miedos que vuelven tras el confinamiento.
Entonces aparece un virus que provoca que se cancelen las clases y estemos encerrados en casa durante semanas. Los peques pierden las rutinas que habían aprendido en el cole. Se ven en casa con sus padres casi las 24 horas del día. Esto es lo que en chibimundo hemos llamado vivir en modo pegatina.
¿Y qué pasa? Meses después de haber salido del cole por última vez, sin ser conscientes de que no volverían en un tiempo, los volvemos a llevar. Esperando que retomen las rutinas con las mismas ganas que nosotros tenemos de volver a ellas, pero es que para ellos estos meses han sido casi como si hubieran pasado años.
Además, añadido a la vuelta al cole después del tiempo fuera tenemos toda la parafernalia del coronavirus:
- Las entradas y salidas del cole han cambiado. Ya no se han filas por cursos ni se puede volver a dar un abrazo de último momento antes de subir a clase.
- Las mascarillas están por todas partes. Si tu peque no tiene la obligación de llevarla da igual porque todos los demás adultos sí que deben llevarlas. Algunos incluso tendrán la pantalla protectora.
- Lavarse las manos, una rutina que antes se hacía en momentos puntuales ahora está sistematizada y acompañada del gel hidroalcohólico.
Con todo esto que ha convertido el cole en un mundo paralelo que poco o nada tiene que ver con lo que ellos pueden llegar a recordar de sus vivencias anteriores. Por esto es normal que vuelvan miedos que parecía que ya habíamos dejado atrás en cursos anteriores.
¿Qué puedo hacer para mitigar su miedo al abandono?
Durante la primera semana Loki se quedó algunos días llorando y otros no, pero salía contento. Yo entiendo esto como que lo que realmente le resultaba emocionalmente demandante era la despedida y no el cole en sí. Hablé con él sobre las rutinas, los amigos y la profe. Parecía contento y emocionado, de hecho, después de comer quería volver al cole. Pero al día siguiente cuando íbamos camino al cole me preguntó:
«Mamá ¿vas a volver a por mí? ¿vas a venir a buscarme?»
A mí eso me preocupó porque reconozco el miedo al abandono como otro niño de su edad podría vivirlo, aunque sea adulta. Como quiero que no tenga este miedo ni sufra por ello seguí estas pautas que pueden serte de ayuda si estás en la misma situación:
- Escucha a tu peque. Deja que te cuente cuál es su miedo y te explique cuál es la situación que le disgusta.
- No le digas que es una tontería. Trata de entender que para él o ella es importante. Algo como: «entiendo que cuando no me ves no sabes que estoy aquí».
- Dale algún detalle o rutina en el que pueda centrarse como esperarlo siempre en el mismo lugar o saludar con la mano hasta que se vaya.
- Si no es posible (por cómo gestiona tu cole la entrada/salida) podéis tener un ritual de despedida especial antes de pasar por el termómetro. Nosotros hacemos unos signos con las manos que significan «te quiero tres mil» y a veces lo signa desde la cola con los compañeros y yo le devuelvo el signo. Ponemos el tres con los dedos de la mano y luego los giramos hacia abajo formando la «M» eso es el 3.000 y para acabar hacemos un corazón con las dos manos que es el «te quiero».
- Decirle lo mucho que lo quieres. Esto siempre y en cualquier ocasión pero en esta con más fuerza aún. Que sepa que con miedos o sin ellos los queremos y valoramos igual.
- Compartir miedos (con cuidado). Podemos contarle otras cosas que nos dan miedo a nosotros para que normalicen la situación. Por ejemplo yo le dije me da miedo que se me olvide lo que estoy cocinando, se queme y no podamos comer, por eso me pongo una alarma, así ya no tengo miedo.
Al principio le premiaba cuando no lloraba al entrar al cole. No fue algo consciente, simplemente le dije un día algo como: «¡Hoy te has quedado sin llorar!». Él lo sintió como positivo y los siguientes días que ocurrió me dijo cosas como «¡Y no he llorado» Pero X si ha llorado». No me gustó y hablé con él para decirle que llorar no es malo y que cuando tienes miedo de algo es normal sentir ganas de llorar.
Por mucho que seamos conscientes de nuestra crianza a veces repetimos patrones que hemos tenido en nuestra infancia. Es importante darse cuenta y deshacer lo andado sin fustigarse por ello. Todos nos equivocamos.
Espero que estas pautas te sirvan y si conoces algo más que pueda hacer para evitar el miedo al abandono no dudes en dejarlo en comentarios.
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