Una de las cosas que he descubierto en terapia es que se puede hacer daño de muchas formas. Puedes hacerlo sin querer, evidentemente, pero el más curioso es aquel que realizas pensando que precisamente por obrar de cierta manera no estás cayendo en ello. El abuso verbal «silencioso» es una de estas formas de herir a otros pensando incluso que lo estamos haciendo bien.
El abuso verbal en la sociedad.
Por lo general valoramos el abuso verbal como menos dañino que el físico. Uno de los motivos es que resulta mucho menos visible y por tanto menos cuantificable. Pueden no dejar marca pero una bofetada, un azote o un pellizco se pueden contar… y evidentemente si tras ello queda un moratón, una herida o un hueso roto aún más.
Cuando pensamos en «abuso verbal» tratamos de equiparar en nuestra mente en violencia a un abuso físico y aparece en nuestra mente alguien gritando y chillando. Porque necesitamos cuantificar: los decibelios, el tono, el descontrol…
Y eso puede ser cierto en algunas ocasiones pero no siempre lo es. De hecho, algunos de los peores tipos de abuso verbal son silenciosos. Cuando existe el dicho ese de:
No hay mayor desprecio que no hacer aprecio.
Puede ser ese silencio que sigue a una pregunta o un comentario. Cuando ignoran ya no solo tus palabras sino todo tu ser al negarte una respuesta. Se trata de un silencio que ridiculiza y avergüenza.
Repercusiones del abuso verbal (silencioso).
Un peque que sufre este tipo de conductas por parte de sus progenitores, otros adultos e incluso personas de su misma edad suele experimentar mayor confusión emocional que el que recibe gritos o insultos. La ausencia de rabia envía señales contradictorias, además para los peques (y para muchos adultos) es muy complicado, por no decir imposible, conocer la motivación que subyace al silencio voluntario o a la negativa a responder.
Si no te portas bien te vas al rincón.
Una de las ¿herramientas educativas? que se ofrecen entre la ingente cantidad de recursos que se pueden encontrar ya no en la bibliografía pedagógica sino por todo internet es la extinción.
Esta palabra técnica que se usa en psicología para hablar de la reducción o desaparición de una conducta. Este proceso forma parte del condicionamiento clásico ¿conoces a Pavlov y su perro?. Pues es la técnica subyacente del «tiempo fuera» también conocido en otros lugares como «rincón de pensar». Lo has podido ver en vivo y en directo en los programas de «Super nanny».
A continuación cito a una psicóloga que escribe artículos para periódicos de tirada nacional describe cómo se lleva a cabo:
«La técnica consiste en sacar al niño del contexto o de las circunstancias que están reforzando su conducta negativa y enviarlo a una habitación o a un lugar de la casa previamente establecido, en que no exista la posibilidad de obtener refuerzo positivo.» Además «el lugar elegido debe ser aislado y aburrido – sin juguetes – pero no debe dar ningún tipo de miedo. No debe ser un sitio oscuro.»
Y añade: «No se debe discutir ni razonar con el niño mientras se le lleva a la zona de “tiempo fuera” e, incluso, mientras está cumpliendo dicho tiempo. Tampoco hay que ceder ante sus promesas de comportarse bien e ignorar sus protestas. Únicamente hay que indicarle cuál ha sido la conducta que le ha llevado a la zona de tiempo fuera.»
Siempre cito las fuentes de la información que uso en los post pero no me da la gana regalar visitas a esta persona. Si quieres ir a la fuente no tienes más que copiar alguna frase y buscarla en Google entre comillas.
Tiempo fuera «positivo».
Pese a todo lo que he comentado en el apartado anterior, que habla del tiempo fuera «clásico», existen nuevas aportaciones a este recurso que le dan una vuelta y hacen del proceso algo mucho más respetuoso.
Combinando el tiempo fuera (siguiendo unas pautas diferentes a las que he citado) con acompañamiento y diálogo por parte del adulto tenemos una herramienta que nos permite:
- Se enfoca en resolver el conflicto (juntos), no en modificar conductas (yo decido cuál conducta es buena y cuál no).
- Dar un paso atrás en una situación que nos sobrepasa.
- Tener un espacio y un tiempo para calmarnos (nosotros) y gestionar mejor nuestras emociones y las del peque.
- Fomenta la comunicación entre peques y progenitores.
Te recomiendo el artículo de Criar con Sentido Común sobre tiempo fuera positivo que habla largo y tendido sobre este tema con mucho cariño y respeto.
No hagas caso, en algún momento se cansará.
Hay muchas cosas que unen a los progenitores de todo el mundo y una de ella es las rabietas. Hay un antes y un después cuando ves a un peque montándola en el supermercado. Una vez has vivido esta experiencia como madre no hay vuelta atrás.
Algunas «corrientes educativas» sugieren que ante las rabietas o los «episodios de llamada de atención» lo que los adultos debemos hacer es ignorar a los peques. Algunos pediatras incluso denominan a estas conductas como trastornos (una cosa son rabietas y otra el TND).
Cito la misma página del ejemplo del tiempo fuera:
Ignorar los episodios de llamada de atención. Los niños usan las rabietas o los llantos para captar la atención de los padres. Es importante, aunque cueste, no prestarle atención en estos momentos y, cuando empieza a dejar de hacerlo y a portarse mejor, presta atención a lo que hace. Tu hijo entenderá que ignoras intencionadamente las conductas que no quieres que tenga y que refuerzas, si es necesario de forma positiva, aquellos comportamientos que sí quieres que tengas. Aumenta las probabilidades que tu hijo se comporte adecuadamente.
Aparentemente el peque con la rabieta, que suele ocurrir con mayor frecuencia e intensidad entre los 2/3 años, entenderá por si mismo basado en tu conducta de ignorarle o hacerle caso qué conductas debe mantener.
Ahora es cuando te pido que vuelvas un par de secciones más arriba y releas la parte en la que digo que cuando no obtenemos una respuesta es difícil conocer cuál es la motivación subyacente de la persona que nos ignora.
¿Qué pasa cuando nos «volvemos invisibles»?
Cuando los demás hacen como que no existes o te tratan como si fueras invisible se producen daños a varios niveles. Desde la ciencia se han estudiado los efectos del abuso verbal en esta forma «silenciosa», algunos de ellos son:
- Se producen alteraciones en el cerebro en desarrollo de los infantes.
- Pueden internalizar esas conductas (el silencio) como mensajes que se traducen en autocrítica, atribuyendo los errores a defectos propios de la persona.
- Se desarrolla un estilo inseguro de apego.
- La forma en que se gestionan y hacen frente a las adversidades no son funcionales.
- No desarrollan formas saludables de relacionarse.
- Su inteligencia emocional es menor.
- Tienen problemas para gestionar y regular las emociones.
¿Eres capaz de reconocer el abuso verbal «silencioso»?
Hay muchas formas en las que podemos caer en este tipo de abuso. Como he comentado más arriba, algunas de ellas nos las recomiendan figuras de autoridad como pediatras o psicólogas (incluso en la TV, como en SuperNanny). Si estas personas que saben mucho más que yo sobre crianza, infancia o aspectos psicológicos dicen que esta es una buena forma de afrontar una situación puede que no me lo plantee.
Si has llegado hasta aquí y no te habías planteado el tema de esta forma no te fustigues. En la crianza no hay un único y verdadero camino para maternar. A veces pegas un grito o das un golpe en la mesa porque explotas y no eres capaz de gestionar tus propias emociones.
Probablemente nadie te ha enseñado a hacerlo.
Lo bueno es que estás leyendo este post y a partir de aquí puedes valorar otro punto de vista, otras opciones… o al menos seguir adelante con lo que haces con más información.
A continuación te voy a hablar de diferentes formas de abuso verbal «silencioso» y la forma en que puede afectar a los peques. Ten en cuenta que este tipo de daño no se queda en la infancia sino que tiene continuación en la adolescencia y la vida adulta con diferentes resultados.
Cuando te ignoran:
Los peques reciben una cantidad de información sobre el mundo enorme y la gran mayoría viene de sus progenitores o figuras de apego primarias. Dependiendo de cómo actúen ellos verán el mundo de una u otra manera.
Hace 40 años se hizo un experimento que llaman «Still-face» que consistía en que la mamá interactuara con el peque (prestar atención, sonreír, hablar…) y tras una señal se quedaba quieta y mostraba una expresión vacía (de ahí el nombre).
En un principio el bebé seguía haciendo ruidos y gestos, pero si la mamá mantenía la cara por un tiempo el bebé miraba hacia otro lado y empezaba a llorar.
Con peques de mayor edad que ya hablaban trataron de volver a involucrar a la mamá en su actividad pero al ver que no funcionaba les daban la espalda. Este comportamiento de evasión suele realizarse para protegerse de sentirse ignorado o excluido.
Tras la reaparición de la cara sonriente de la mamá los bebés se recuperaban (no de forma rápida o completa).
Los efectos de ser ignorado a diario (no solamente en un experimento) en el desarrollo de los peques son complejos y profundos. Dependiendo del mecanismo de afrontamiento que adopte (ansioso o evasivo) se verá afectada su infancia y edad adulta.
Cuando no son coherentes:
Puede que no se llegue al punto de ignorar por completo al peque pero sí ser tremendamente evasivo. Este tipo de actitud puede llegar a generar ira y frustración.
Hay un patrón en las relaciones que se considera muy tóxico que consiste en saltar de un lado a otro entre ignorar por completo o exigir y reclamar constantemente.
En adultos este tipo de conductas es muy dañino pero a edades tempranas afecta mucho más porque no tienen herramientas para defenderse.
A largo plazo causa daños en el autoestima y su incapacidad de protegerse y defenderse dado que han internalizado el pensamiento de que no eran lo suficientemente buenos como para merecer atención.
Cuando te desprecian y se burlan:
Se puede avergonzar a alguien sin decir ni una sola palabra poniendo los ojos en blanco o riéndose por lo bajo.
Esta es una forma de intimidación «silenciosa» como otras de las que he ido hablando. Además en este caso si hay varios peques éstos lo aprenden de los adultos y pueden utilizarlo entre ellos y con otros compañeros de la misma edad.
En algunos casos podría ser origen de bullying en entornos fuera del familiar porque se busca (inconscientemente) un chivo expiatorio. Alguien más débil que recoja toda esa ira y frustración que se genera en el peque receptor de esta actitud por parte de los adultos.
Cuando los progenitores son controladores o necesitan ser el centro de atención suelen usar estas técnicas para mantener la dinámica del hogar centrada en sí mismos.
Cuando te hacen gaslighting:
Otra forma de abuso verbal «silencioso» es utilizar la manipulación para hacer dudar al peque de sus percepciones.
El término gaslighting tiene su origen en una obra de teatro (de la que se han hecho películas) en la que un hombre intenta hacer creer a una mujer que está perdiendo la cabeza. Para ello cambia el nivel de las luces (no hay violencia física ni verbal) y hace creer a la mujer que nada ha cambiado, aunque no es cierto.
En esa relación de pareja y en la díada adultos-peques hay un gran desequilibrio de poder, de hecho los peques aceptan al adulto como la última palabra y la autoridad en la mayoría de las cosas. Según van creciendo empiezan a cuestionar a los adultos.
Este tipo de manipulación no solo hace que la persona se preocupe por estar perdiendo la cabeza, también mina su confianza y le hace dudar de sus propios pensamientos y sentimientos de una manera profunda y duradera.
Cuando te critican constantemente:
La híper-crítica se utiliza a menudo escudándose en que se hace «por el bien» de la otra persona.
Muchos adultos sienten la necesidad de corregir los defectos percibidos en el carácter o el comportamiento del peque. Escoger y luego ampliar cada paso en falso o error también se justifica con la excusa de evitar que los peques se vuelvan orgullosos o se les suba el éxito a la cabeza. Para que aprendan humildad o que interioricen el respeto a los mayores. Al final del día todo eso no son más que excusas para explicar un comportamiento cruel por parte del adulto en cuestión.
Este tipo de afirmaciones se realizan con un tono tranquilo acaban haciendo creer a los peques que no merecen atención y apoyo porque no valen nada.
Cuando no recibes alabanzas, apoyo o amor
Aquello que se calla a veces es tan importante como lo que se dice. El vacío que dejan las palabras no dichas no solo hace mucho daño sino que la persona que lo «tiene» puede rellenarlo con cualquier cosa.
Los peques necesitan todas las cosas que el progenitor abusivo no dice ni demuestra para prosperar y desarrollarse normalmente.
Con las palabras expresamos a las peques por qué son dignos de amor y atención. Es igual de importante expresarlo de forma verbal como con abrazos, caricias y teniendo cercanía física. El amor y el cariño son tan esenciales como la comida, el agua, la ropa y el refugio
Al final acabamos normalizando el abuso
Cuando un peque es receptor de este tipo de comportamientos de forma sistemática acaba pensando que el mundo en el que vive es la norma y que lo que le ocurre le pasa al resto de personas.
De esta forma terminan atribuyendo el abuso verbal a sus defectos y maldad, esto se debe a que da más miedo pensar que no se puede confiar en el adulto y crea una ilusión de control.
Esta normalización del abuso es solo uno más de los motivos por los que no se denuncia. De hecho está tan normalizado y excusado que tampoco se habla ni se escribe mucho sobre el tema. Aún no tenemos suficientes estudios sobre su frecuencia y los efectos que tiene tanto en peques como en adultos.
Un ejemplo claro de abuso verbal:
Sobre el gaslighting (y el abuso verbal en general) te dejo este vídeo del canal en el que el psicólogo Jonathan Decker y el experto en cine Alan Seawrighty analizan las actitudes de Gothel la «madre» de Rapunzel en Enredados:
Este canal en general es una mina de oro y lo recomiendo muchísimo.
¿Quieres leer más sobre el abuso verbal «silencioso»?
Quizás te preguntas de dónde he sacado toda esta información…
Spoiler: Google
Es genial buscar las fuentes en este tipo de temas, personalmente creo que es de vital importancia. A continuación dejo un listado de artículos que he consultado y creo que te pueden resultar interesantes:
- Finzi-Dottan, Ricky y Toby Karu: “From Emotional Abuse in Childhood to Psychopathology in Adulthood”.
- Weinberger, M. Katherine y E.Z. Tronick: «Infant Affective Reactions to the Resumption of Maternal Interaction After the Still-Face«.
- Goldsmith, Rachel K. y Jennifer J. Freyd,” Effects of Emotional Abuse in Family and Work Environments: Awareness for Emotional Abuse” [PDF].
Escuela de familias dice
Ignorar a los peques en el momento de una rabieta gorda es un dolor en el alma que a muchas madres nos ha costado mucho mantenernos firmes. Pero como dices Lucy, es la postura que hay que adoptar para evitar conductas recurrentes de este tipo. Y luego comunicarse con él/ella, es fundamental para explicar qué ha pasado y qué pasa después de eso. Aunque sean pequeños aún. Súper interesante este tema del abuso verbal.
Lucy Chibimundo dice
Puede que no me haya explicado bien, yo no creo que ignorar a los peques sea una opción, al menos no para mi forma de criar. Entiendo que hay formas de pensamiento en las que se hace así pero personalmente no me gusta y no me siento cómoda haciéndolo.
Solo puedo imaginar el dolor para el adulto que tiene que ver a su peque pasarlo mal sin acercarse a darle consuelo, debe ser durísimo. También para el peque, que no encuentra consuelo.
La crianza es muy difícil y en general soy partidaria de no usar nunca la ley del silencio con ningún otro ser humano, tenga la edad que tenga.