Para cualquier persona en el mundo el drama del amor es algo que pueden reconocer. Es raro conocer a alguien que jamás haya sufrido por amor o no tenga alguna historia con drama de por medio que poder contarte. Las relaciones interpersonales es lo que tienen.
Respecto al Trastorno Límite de la Personalidad es curioso que en google una de las búsquedas más realizadas es si las personas con este trastorno son capaces de amar o directamente se asevera que no amamos:
Ya he dicho por activa y por pasiva que las personas, aunque convivamos con el TLP, seguimos siendo personas y teniendo sentimientos. De hecho lo gracioso es que se nos tache de no tenerlos cuando una de las características o criterios diagnósticos es:
Relaciones personales inestables e intensas, marcadas por la idealización alterna y la devaluación.
Es decir que tenemos relaciones personales que son muy intensas, para que lo sean hay que sentir de esa forma: amar u odiar intensamente. El problema es que esa inestabilidad que afecta no solo a la pareja sino a todas las otras relaciones que tenemos tanto familiares como amistades o en el trabajo nos lleva a pasar de un lado a otro en un salto y para alguien externo puede parecer que si ahora te quiero y mañana te odio ninguno de los dos sentimientos son reales, cuando realmente lo son mucho más intensamente de lo que se puede llegar a imaginar.
¿Dónde quedamos las personas con TLP?
Como siempre, cuando busco información sobre el trastorno me sale mucha información dirigida a familiares, parejas y amigos… pero poca cosa para las personas que convivimos con el trastorno. De hecho encontré un artículo del Psychology Today que se titula «El drama de amar a alguien con trastorno limítrofe de la personalidad». Parece que el drama del amor en el TLP solo es para quienes nos tienen que sufrir como compañeras y que a nosotras no nos afecta porque somos el origen de ese presupuesto drama.
El pronóstico que hace el artículo de una relación con una persona como yo, por ejemplo es algo así:
Si te gusta el drama, la emoción y la intensidad, entonces disfruta del viaje, porque las cosas nunca estarán en calma. Después de un comienzo apasionado e inmediato, espera una relación tormentosa que incluye acusaciones, ira, celos, intimidación, control, y rupturas debido a la inseguridad de la persona limítrofe.
A mí personalmente no me gusta verme retratada de esa manera, pero estoy segura de que a nadie le gustaría. Y también estoy bastante segura de que hay muchas personas que han estado en una relación en la que han podido sentirse así; pero la otra persona no convivía con TLP. Puede que simplemente tuviera una autoestima muy baja, era manipuladora, tenía un trastorno narcisista o quizás tenía quince años y era inmadura emocionalmente.
Cualquiera que haya visto relaciones adolescentes, que están en un punto de inseguridad personal altísimo, puede ver cómo se reflejan esas actitudes en la mayoría de las relaciones afectivas. Por eso es tan importante la educación psicoafectiva.
El drama del amor para la persona con TLP
Como tenemos unas emociones muy intensas tanto positivas como negativas hay veces que estamos a merced de ellas. Esta es una de las cosas que yo aprendo en terapia a no dejarme llevar y hacer que todo gire en torno a ese pico o ese hoyo. Es muy desagradable tener un mal momento, hacérselo pasar mal a alguien a quien quieres y cuando vuelves a estar de subida darte cuenta de que la has liado parda. Y todo porque te sentías en la mierda.
Entiendo que la otra persona no tiene culpa de nada en este aspecto y precisamente por eso en vez de decir a las personas que se alejen de nosotros por este tema sería más útil fomentar herramientas de autorregulación emocional, gestión y control de la ira y otras emociones. Tanto para la persona que convive con el TLP como para los que la acompañan.
Sobre todo en mi adolescencia y principio de vida adulta en mis relaciones era muy insegura. Poco a poco he ido aprendiendo a hablar las cosas en vez de cabrearme sola y esperar a que la otra persona adivine qué me pasa. Es un poco cuestión de aprender y otro poco de madurar.
Recuerdo el pinchazo en el pecho como una reacción física a las malas palabras de anteriores relaciones que he tenido. Ese es el nivel de lo intenso que he podido llegar a sentir, no en plan metafórico. Y llevarme la mano al pecho para intentar aliviar ese dolor y ser acusada de melodramática, cuando para mí era real. No estaba haciendo drama del amor que sentía.
El terrible miedo al abandono
Otro de los criterios diagnósticos del TLP es:
Esfuerzos frenéticos para evitar el abandono real o imaginario.
Si hacemos algo y pensamos que ha podido molestar o romper la relación de alguna manera haremos todo lo que esté en nuestra mano para compensarlo. Otra vez pasando del negro al blanco en un salto. Puede ser por remordimientos reales o por el miedo a quedarnos solas sin la persona a la que hemos podido dañar.
Para poder saber si lo que estás haciendo es lo correcto te pasas todo el rato intentando complacer, te desesperas por cuidar sobremanera la relación en todo momento. Si hay alguna persona nueva que aparece y puede representar una competencia para la atención o alguien que pueda «llevarse» a nuestro ser querido reaccionamos.
Esa reacción va al nivel del nivel de peligro percibido. Cuanta menor sea la seguridad o la autoestima peor puede ser percibida la posibilidad de que la persona se quede con nosotras.
Por poner un ejemplo, en una de mis rupturas amorosas me pensé seriamente entrar a un convento porque estaba segura de que no encontraría jamás el amor y quizás solo Dios podía querer a alguien como yo.
Es una reacción exagerada ante una ruptura, luego no entré en un convento pero si que tomé acciones encaminadas a informarme para poder llevarlo a cabo.
Como gestionar una relación con alguien con TLP
En otro artículo del Psychology Today titulado «¿Puede amarte una persona con trastorno limítrofe de personalidad?» habla de cinco cosas importantes a tener en cuenta en una relación con alguien con TLP. Me ha gustado bastante porque lo enfoca desde un punto positivo, en resumen los cinco puntos vienen a decir:
- Reconocer que estos trastornos no desaparecen. Es su personalidad, los comportamientos pueden cambiar pero su forma de ser no.
- Anima a tu ser querido a buscar ayuda. Para mí ha supuesto una gran ayuda a la hora de entenderme a mí misma y frenarme en muchas ocasiones cuando tengo ataques de ira o se me va de madre la imaginación.
- No lo tomes como algo personal. Puede que la persona con TLP te acuse de algo, pero debes saber que es mayormente el miedo o la angustia lo que está hablando.
- Obtén apoyo de fuera de tu relación. Tanto ayuda profesional como amigos y familiares.
- Recuerda que no puedes cambiar a esa persona, ni a ninguna. No está en tu mano. Si no quieres a esa persona como es entonces es mejor alejarse.
El drama del amor es para todos
Las relaciones tóxicas se dan entre personas con trastornos y personas sin ellos. No se puede acusar de los comportamientos negativos solo a las personas con TLP. Puede deberse a mil cosas como la inmadurez emocional, la falta de sociabilización, crianza en un ambiente hetero patriarcal, roles tóxicos en la familia como modelo de relación…
Por eso es importante educar a nuestros peques en un ambiente de confianza en el que puedan ver un buen ejemplo de relación entre sus progenitores, por mucho que uno de ellos tenga TLP. También hablar de sexualidad desde muy pequeños y relaciones para que puedan preguntar si tienen dudas o pedir ayuda si se encuentran en una relación abusiva.
Es más fácil decirlo que hacerlo, lo sé pero si yo conviviendo con TLP me puedo esforzar en hacerlo, para cualquiera sin un trastorno seguro que es más sencillo 😉
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