No es ningún secreto que mi hermana pequeña falleció por culpa del cáncer. Cada año hay varias fechas en las que la recuerdo especialmente y luego algunos días que simplemente aparece. Puede ser un recuerdo o la nostalgia que me ataca de repente.
Esta semana me sentía un poquito rara y no sabía muy bien por qué. A veces el cuerpo sabe cosas que la mente ignora. Y es que mañana habría sido su cumpleaños… ya contaría con 31. Lo flipé mucho al traspasar la barrera de los 30 yo misma pero ahora años tras año cuando pienso la edad que tendría ella me es más difícil imaginarla.
Creo que nunca dejaré de pensar aquello de que ojalá hubiéramos tenido más tiempo para pasarlo juntas. Aunque creo que eso solo habría hecho más dolorosa aún la separación.
Ningún momento es bueno para perder a un ser querido.
Ha fallecido otras personas queridas a lo largo del tiempo. Unas te afectan más que otras y es algo que no puedes medir ni evitar. La primera vez que falleció alguien cercano fue una vivencia muy neutra. Yo era pequeña (7 años) y recuerdo perfectamente que me agobió mucho más la idea de la muerte en sí que la pérdida concreta (lo siento bisabuela).
Esa pérdida no me preparó para lo que sentiría después. Tengo clavadas en mi memoria escenas completas del día que murió mi hermana… la noche anterior, aquella mañana, recibir la noticia, el hospital. Ir a casa a esperar a que la llevaran al tanatorio. Las llamadas a las diferentes personas para avisar de la noticia. Los «no me lo puedo creer»… ya, yo tampoco.
Las siguientes también dolieron, pero las relativicé con la perspectiva que me daba mi propia vivencia. Que el dolor siempre es terrible por mucho que le busquemos las vueltas con frases manidas como «al menos ya no sufre» o «vivió una larga vida» o «tuvo mucha gente que le quiso». Necesitamos reconfortarnos de alguna manera y aunque ninguna sirve todas ayudan.
La pérdida de mi abuela me pilló con este Chibimundo funcionando, ya hace tres años y aunque no es una pérdida comparable también se llevó un trocito de mi corazón. Cuando llega el frío y las castañas siempre pienso en cuando pasaba por su casa de camino al colegio para que me diera unas cuantas y las metía calentitas en los bolsillos. Fue la única abuela que conocí y era muy especial para mí.
Un año más para Loki y otro más sin ti.
Tener a Loki en mi vida le ha dado una perspectiva diferente al tiempo. Tiene cuatro años y parece que fue ayer cuando me quedé embarazada. A la vez cambia tanto cada poco tiempo que es imposible no ser consciente de lo mucho que crece.
Es muy raro porque en él veo la ruptura del antes y el ahora. Hay mucha gente en mi vida que no conoció a mi hermana, Natsu por ejemplo, pero Loki ni siquiera estaba en mi mente cuando ella vivía.
A veces mi mente me ofrece la posibilidad de vivir vidas alternativas en las que ambos se conocen. Son sueños llenos de felicidad y familia. Todo es perfecto, no hay coronavirus ni nada que agobie o de miedo. Luego despertar y darse cuenta de que jamás ocurrirá me deja con el corazón roto el resto del día.
Luego me recupero… y cada vez tardo menos, pero no deja de doler. No creo que deje de hacerlo. Año tras año ella seguirá en mi corazón por mucho que haga ya media vida que no está conmigo.
Te quiero.
Tere G. Buetas dice
No tengo palabras… sólo puedo abrazarte y agradecerte que lo expreses tan bien ❤
Lucy Chibimundo dice
Gracias por pasarte a dejarme algo tan bonito como un abrazo <3
Laura dice
Mucho ánimo con el día preciosa😘
Lucy Chibimundo dice
Gracias bonica <3
Viajardespeina dice
Un abrazo fuerte, como dices no sirve de mucho, pero ayuda
Lucy Chibimundo dice
Ayuda mucho, gracias por pasarte a dármelo <3