Hay mucha gente a la que no le gustan los niños. Hace tres años escribí un post en el que decía que no conocía a ningún adulto que le diera un ataque de ansiedad al ver a un niño. Me temo que debo desdecirme. El coronavirus ha dado a los niños un alto nivel de peligrosidad aparentemente y por lo tanto ya pueden provocar reacciones desmedidas.
El tema del coronavirus y los niños viene de lejos. Empezando porque han sido el grupo de población que más tiempo estuvo confinado dentro de casa, sin permiso para salir. Continuando con los parques cerrados, lugares de ocio eminentemente infantiles, mientras que lugares como discotecas se abrían. Y ahora con el comienzo inevitable del curso escolar parece que se han vuelto supercontagiadores.
Tener niños en tiempo de coronavirus:
Si ya nos quejábamos antes de que las familias y los niños éramos los grandes olvidados ahora es casi para mear y no echar gota (con perdón). Solo tengo que mentar la palabra conciliación para que cualquiera sepa a qué me refiero. Sigue siendo una tarea pendiente y dudo mucho que estas circunstancias que estamos viviendo nos ayuden a mejorarla. Se habla de teletrabajo, sí, pero ¿cómo vas a trabajar con niños alrededor? ¿es que la gente no sabe lo que son los niños?
Y cuando termina tu jornada laboral (si es que has mantenido tu trabajo) piensas formas de ayudar a los peques a gastar energía para que al día siguiente no estén intensos mientras vuelves al teletrabajo. Pero no puedes llevarlos al parque porque está cerrado. Tampoco puedes llevarlos a lugares de ocio infantil porque están cerrados (si me equivoco, decídmelo por favor). Y cuidado si te atreves a ir con ellos por la calle a montar en bici o simplemente correr porque las miradas de algunos transeúntes matan.
En los supermercados he visto a gente rehuirnos o pegarse al otro lado del pasillo para no pasar cerca de nosotros. Y aunque es verdad que la gente deja más espacio que antes la sensación de apestada me ha ocurrido solo las veces que Loki venía conmigo.
Os voy a contar una historia, pero antes el contexto:
Hace unos días nos vimos en la siguiente situación:
- Empezó con tos y mocos, aunque no tenía fiebre no lo llevé al cole…
- Horas después sí llegó la fiebre.
- Se unieron a la fiesta: malestar general, dolor de cabeza y de barriga.
Desde el momento de solo tos y mocos se quedó en casa. En los siguientes días estuvimos observándolo, fuimos al pediatra, le hicieron una PCR y finalmente nos llamaron para darnos la feliz noticia del negativo. Loki solo salió de casa para visitar al pediatra y hacerse la prueba. La salida y siguiendo las indicaciones de lavarse las manos, no tocar nada imprescindible y estar alejado de otras personas (salvo de mí).
A partir de ese momento seguimos respetando todas las indicaciones que se dan para exteriores: mascarilla, lavado de manos y distancia social.
Además, como muchas otras personas, nos quitamos el calzado de calle nada más entrar en casa. La ropa del niño va directa a la lavadora (sobre todo si se ha caído por la calle). Y algunas precauciones extra que a lo mejor no son necesarias pero nos dan paz mental.
Niñofobia con la excusa del coronavirus:
Ayer, día lectivo (aunque había huelga de profesores en la Comunidad de Madrid) no llevé a Loki al colegio. No lo hice por dos motivos:
- Esperar a que pase 48 horas sin fiebre (febrícula), para que no pegue a los demás el resfriado.
- No saturar más los recursos del colegio, por los profesores y profesoras que pudieran estar secundando la huelga.
Pero eso no quería decir que nos fuéramos a quedar en casa, yo tenía que ir a correos a hacer un recado así que tranquilamente allá nos fuimos. Cumpliendo (como llevamos haciendo desde hace meses) con todas las medidas de seguridad. Incluyendo mascarilla para Loki que al tener 4 años no está obligado a llevarla pero lo hace.
La chica que nos atiende en correos majísima dándole charla a Loki mientras está haciendo sus cosas. Él estaba quieto a mi lado, sin tocar nada pero hablando por los codos porque es su forma de vivir, no necesita respirar solo hablar.
Entonces entra un cliente a la oficina (hacemos cola fuera por aforo) y se queda mirando a Loki con mirada de espanto y pregunta en voz muy alta:
¿Cómo es que ese niño no está en el colegio?
Yo en ese momento pensaba comentarle lo de la huelga porque nadie tiene por qué enterarse de un PCR negativo, que nos conocemos y los humanos somos gilipollas. Pero no me deja hablar. Entonces empieza a gritar lindezas como:
- Si no está en el colegio no puede salir de casa.
- No puede acudir a “organismos públicos” (entiendo que se refiere a la oficina de correos).
- Puede contagiar a los demás.
La perla final:
Si no os marcháis inmediatamente llamo a la policía.
A todo esto evidentemente Loki se asusta y me trepa hasta agarrarse a mi cuello y se echa a llorar. Abrazo a mi hijo diciéndole que no pasa nada y debo admitir que me dejé los modales que mi madre me enseñó toda la vida en casa porque le solté dos frases y no sé cuántas palabrotas de vuelta que se resumen en “a usted qué le importa” pero la verdad es que no fui nada educada.
Yo soy de las personas que normalmente se quedan en silencio y dos días después dan con la frase perfecta que decir en el momento. No sé qué me pasó o quién se apoderó de mí en ese momento para saltar como una madre leona.
Por suerte una de las chicas que atendían salió a decirle al señor que correos es un lugar libre, el niño podía estar ahí perfectamente, que se estaba portando genial hasta que había llegado él. Otra compañera añade que el niño lleva mascarilla cuando ni siquiera es obligatorio.
Le han pedido el papel de recoger el paquete y lo han atendido a él fuera de la oficina.
No sé si he sido capaz de expresar en ese momento mi agradecimiento tanto a las tres trabajadoras de correos como al resto de personas que había allí conmigo (2 o 3 más). No me he echado a llorar por mantener la compostura delante del peque y que no se asustara aún más. Pero ganas no me han faltado.
Los niños se dan cuenta de que algo pasa
Con lo que habla Loki después del incidente con el señor se ha quedado mudo un buen rato. Él es un niño muy hablador y le da igual si te conoce o no, ha tenido rachas de esconderse detrás de mí y no decir nada pero su forma de ser habitual es parlotear con la gente.
Cuando ya ha recuperado el habla me ha empezado a preguntar:
- ¿Por qué gritaba el señor?
- ¿Qué le pasaba?
- ¿Estaba enfadado?
Le he explicado que el señor se había pensado que había visto un virus encima de nuestra cabeza y se ha asustado tanto que por eso se ha puesto a gritar. Le ha parecido una explicación coherente con lo que él ha escuchado o entendido y lo ha dejado ahí.
Hemos pasado el resto del día tranquilamente. Leyendo cuentos, viendo una serie, comiendo castillo de verduras (lasaña vegetal) pegando cromos en un álbum… y a la hora del baño me ha pedido que le lavara bien la cabeza para que no le vean un virus.
Quizás podía haberlo explicado mejor. No siempre acierto en las decisiones que tomo respecto a la crianza. Así que le he lavado bien y le he dicho que estaba libre de virus.
Durante el confinamiento llegamos a un punto en el que dejamos de ver las noticias con él delante porque pillaba cosas pero no sabía muy bien como encajarlo todo así que se inventaba el resto. No queríamos que cogiera miedo así que fuimos dosificando la información y adaptándola a su edad. También le pusimos el (en Netflix) sobre los virus para que aprendiera más cómo funciona todo y por qué es tan importante lavarnos las manos o llevar mascarilla.
Querido señor:
Entiendo que tenga miedo. De verdad que sí.
He pasado una de las peores semanas de mi vida sin saber si mi hijo tenía el coronavirus. Dónde lo podría haber pillado, si habría contagiado a sus compañeros o a los profesores. Si nosotros (sus padres) lo tendríamos ya, aunque sin síntomas.
El alivio al recibir el negativo fue tal que me eché a llorar de la angustia retenida.
Así que por supuesto que entiendo que tenga miedo. Ni siquiera sé si es población de riesgo o si tiene a alguien con problemas de salud en casa. Puedo hacer mil y una conjeturas al respecto.
Pero ninguna de ellas le da derecho a ponerte así. No ya por mí, sino por mi hijo. Tiene miedo ahora por unas circunstancias que es capaz de comprender aunque no sepamos exactamente cómo funciona ni lo podamos ver. Mi hijo puede coger miedo a que la gente le grite sin haber hecho nada malo, a los extraños, a ir a correos, a salir de casa…
No le hablo de miedos relacionados con el virus, que son los de la población general. Es tener miedo por su seguridad y su integridad porque señor, usted es como 5 o 6 veces más grande que él. Mide el doble y buenamente puede llegar a cuatro veces su peso. Para mi hijo era usted terrorífico.
Y no me diga “no es para tanto” porque la angustia me sigue acompañando a mí horas después que soy adulta y puedo racionalizar que otro adulto se comporte de esa manera por miedo. ¿Qué no sentirá mi peque?
Así que señor, por favor, mida sus actos y sus palabras. Si le angustia compartir espacio con un niño espere a que nos vayamos, pida ser atendido en otra mesa o vuelva otro día. Pero no nos haga sentir mal a nosotros.
Gracias.
Clara dice
Me acabas de dejar SIN PALABRAS.
Por aquí hemos tenido la suerte de no encontrarnos ningún problema con nadie, ni de sentirnos apartados por la gente en ningún momento.
Pero el caso que cuentas me parece que excede todo lo que me podría haber imaginado.
Menos mal que el resto de la gente reaccionó bien, y espero que Loki “se olvide” bien pronto.
Solo quiero añadir que has hecho un ejercicio de empatía hacia ese señor más grande de lo que se merece, y eso te honra 😘
Lucy Chibimundo dice
Le podía ver en los ojos (porque la mascarilla nos hace invisible lo demás) que lo que ese señor tenía era miedo de nosotros, nos gritó y movió mucho las manos pero no se acercó en absoluto. Y como persona con ansiedad generalizada viviendo una pandemia empatizo mucho con esa sensación. Pero mi miedo es mío, no se lo puedo hacer pagar a los demás.
Gracias por tus palabras preciosa <3
Marina dice
Ay, madre 🤦🏻♀️
Lucy Chibimundo dice
Eso pensé yo xDD
yyoconestasbarbas dice
Vaya tela, Lucy, jamía… Abracitos de los buenos para tu peque. ¡Muacks!
Lucy Chibimundo dice
Yo creo que a él se le olvidará antes, gracias por pasarte a comentar <3
rosablog89 dice
Que horror, vivimos tiempos horribles y la gente no empatiza en lo absoluto, este virus ha empeorado la sociedad.
Lucy Chibimundo dice
Lamentablemente muchas personas están aprovechando para hacer cosas malas. En este caso creo que lo que ha ocurrido es que el miedo ha podido a la buena educación 🙁